La
asistencia podológica en nuestros mayores es de esencial interés. En primer
lugar tenemos que hablar de la quiropodia, permite al podólogo-a diagnosticar y
tratar las enfermedades y deformaciones del pie a diferentes niveles: patología
de las uñas, patologías dérmicas, alteraciones músculo-esqueléticas,
alteraciones metabólicas y/o vasculares.
Una
entidad a parte sería la patología del pie diabético o pie de riesgo, en aquellos
pacientes que presentan diabetes (tipo I ó tipo II), siendo una enfermedad
crónica que requiere protocolos específicos de tratamiento.
La experiencia
clínica, ha demostrado que una buena calidad asistencial, basada en la
colaboración multidisciplinar, ayuda a mantener a estos pacientes funcionalmente
activos el mayor tiempo posible favoreciendo su independencia. En este sentido,
una de las principales causas que
repercute en la perdida de autonomía del paciente geriátrico son las caídas. El
podólogo puede prevenir tales sucesos manteniendo unos pies saludables sin hiperqueratosis
(durezas), helomas (callos, ojos de pollo), controlando posibles infecciones
(fúngicas y/o bacterianas), etc. Para ello se puede realizar distintos tipos de
actuaciones podológicas:
- Preventiva o correctiva, en la que evitaremos que
aparezcan ciertos problemas de salud o bien se podemos reconducir la situación.
- Paliativa o curativa, si la patología ya está presente, para
evitar dolor y riesgos de infección o alteraciones más graves.
Para ello existen diferentes tipos de tratamientos, pero
todos ellos tienen que ser personalizados: paddings de descarga , ortesis de
silicona o soportes plantares, con el objetivo de disminuir los puntos de
presión y en consecuencia el dolor que causan durante la deambulación. En otros
muchos casos el uso de dispositivos de apoyo (bastones, andadores) pueden
ayudar a mejorar el equilibrio y además, en casos reincidentes, permitirán
superar en más corto plazo el síndrome pos caída (miedo a caerse). En este
sentido, otro factor importantísimo a tener en cuenta es el calzado, que deberá reunir unas condiciones específicas para este
tipo de pacientes:
- Suela: antideslizante con amortiguación al impacto de la
pisada y que aísle del frio o calor.
- Sujeción: debe respetar la forma del pie tanto en reposo
como al andar sin reducir la movilidad de los dedos
- Talón: Con contrafuerte para mantener mejor el equilibrio
evitando los desplazamientos laterales.
El uso
de un calzado adecuado es esencial también para ayudar a prevenir el
sedentarismo, uno de los factores de riesgo más importantes en enfermedades
cardiovasculares. El problema del sedentarismo es que potencia la debilidad
física y aumenta el riesgo de caídas, cosa que lleva al paciente al aislamiento,
reduciendo parcial o totalmente su actividad social y provocando un progresivo deterioro
cognitivo.
En
consecuencia, la calidad de vida de las personas mayores, depende en gran
medida de la colaboración de diferentes profesionales, entre los que el
podólogo-a tiene un papel fundamental.