04/04/2017
Siempre que pienso en aquel primer encuentro, se me dibuja una sonrisa en el rostro. Nadie de los presentes, era consciente, de todo el que se despertaría en el recital de villancicos, que habíamos preparado con los chicos y chicas de la escuela Sant Ramon Nonat. Sólo abrir la puerta del centro, la juventud inundó el espacio de energía, risas, curiosidad y muchas dosis de afecto. Los abuelos y abuelas expectants hacían cara de sorprendidos. Todo era nuevo y un pelo excitante. Parecía que se conocían de hacía más tiempo, todo fluía, todo era tan natural, como la relación que mantienen los limpios con sus abuelos y viceversa.