La erotofobia o fobia al sexo/sexualidad,
provoca la imposibilidad de hablar de sexualidad en general y se puede dar en
diversas ocasiones y a cualquier edad. Cuando el término se acompaña de la
palabra “edadista”, se refiere a la dificultad que hay en la sociedad de hablar
sobre sexualidad en la vejez y de tenerla en cuenta a la hora de valorar las
necesidades de la persona en la vida diaria.
El contexto en el que nos hemos
movido siempre es:
- “El sexo
pertenece a los jóvenes”: las imágenes que aparecen en los medios de
comunicación relacionadas con la sexualidad, habitualmente se componen de gente
joven, dejando al margen a los mayores e incluso promoviendo una imagen más
infantilizada de estos cuando aparecen (ej. Vemos a un joven besando a una
chica en la boca y nos parece “sexy”, mientras que la persona mayor saldrá
besándola en la mejilla a su esposa de toda una vida, generándonos otro tipo de
ternura).
- Hay diferentes estereotipos de personas mayores
y sexualidad inhibida o inactiva.
- No se contempla la sexualidad en el diseño de
actividades en las residencias, se ignora. Se convierte en algo irrelevante. Llevarlo
a cabo en un ámbito más residencial se convierte en un problema.
Actualmente hay un marco más
crítico con toda esta literatura previa. Las exclusiones sexual/íntima de la
ciudadanía mayor debido a la erotofobia edadista es una de las líneas de
investigación desarrolladas hoy en día. Para ello se realizan entrevistas a
personas mayores que se encuentran en residencias y se analizan sus respuestas. De los discursos
se extraen diferentes ideas:
- La intimidad y el deseo continuo.
- Evidentemente hay una continuidad de identidad y
relación en las personas afectadas por demencia y sus otros significantes.
- Expresan diversas respuestas de nostalgia,
continuidad, de complicidad resistida…
En definitiva, aún existen
diversos mitos de la sexualidad en la gente mayor y el abordaje en las instituciones
es precario, pero el paradigma está cambiando para que pueda ser viable la
continuidad de la vida sexual de las personas residentes. No obstante, siguen
existiendo situaciones dilemáticas, que probablemente deban aclararse en comités
de ética, como por ejemplo permitir que un residente haga uso del servicio de
una prostituta o cuando la persona sufre deterioro cognitivo.