En los humanos, una de las
herramientas utilizadas para comunicarnos es el lenguaje, que va evolucionando
con el paso de los años. Sin embargo, éste puede ser mermado con la aparición
de algunas enfermedades como por ejemplo las demencias.
Comunicar nos ayuda a satisfacer
nuestras necesidades y es un aspecto a valorar cuando una persona acude al centro
de día. A menudo encontramos a individuos con dificultades en la expresión o
comprensión del lenguaje y que, a pesar de tener conciencia de enfermedad, esta
alteración les genera ansiedad e impotencia. En otros casos en los que el
lenguaje está alterado además de otras capacidades cognitivas y la persona no
tiene conciencia de enfermedad, pueden aparecer alteraciones en el
comportamiento.
Es habitual que se den fármacos
para mitigar el malestar producido en la persona que los sufre, pero en muchas
ocasiones un buen acompañamiento puede resultar mucho más eficaz, además de ser
la primera opción de tratamiento. Las personas que están en un grado de
deterioro avanzado no tienen la facilidad comunicativa que tiene una persona
sana, por ello muchas veces, el llanto, las repeticiones, la agitación… van a
ser formas de expresión de algún malestar (interno o externo). La experiencia
nos dice que si permitimos la expresión, empatizamos, acompañamos y validamos a
la persona, nos libramos en gran parte de las ocasiones de administrar un
fármaco.
Comunicarnos adecuadamente con
personas que están en esta situación es un reto del día a día que tenemos que
asumir los profesionales y familiares implicados en el cuidado y/o
acompañamiento de ellos. Promover una comunicación fluida, activa y dar a
entender que son comprendidos, favorece su tranquilidad. Por eso debemos
adaptarnos a las limitaciones de cada persona y situación y tener siempre presentes
los siguientes atributos: empatía, paciencia, sensibilidad, creatividad, elocuencia,
flexibilidad, simpatía, escucha activa y asertividad entre muchos otros. No
siempre será fácil actuar de esta forma, pero son cualidades que nos pueden
ayudar en la relación y comunicación con nuestro usuario/familiar.
Natalia Cuenca
Enfermera y Neuropsicóloga
Centros Amunt