En la etapa de la vejez es irremediable haber sufrido y seguir sufriendo
alguna pérdida. Estas pérdidas pueden ser de un gran impacto emocional,
sobre todo las de tipo afectivo, pérdida de un marido, mujer, hermano,
amigo, etc. frente a las de tipo profesional y de estatus. Todo aquello
que uno había sido se percibe menguado o como una capacidad extinguida.
Es bastante frecuente que la persona mayor, enfrente estas
situaciones, se sienta desesperanzada, exhausta, desorientada, triste y
sola, cuando lo que realmente más necesita es sentirse protegida y
acompañada. Sufrir una depresión no está relacionado con la poca fortaleza
física o la escasa expresión de las emociones, la manera de presentarse y
de sufrirla es muy amplia. Es necesario, que el entorno del individuo y
los profesionales, estemos atentos ante los indicios que nos puedan
indicar que algo se está cociendo, para poder poner todos los recursos
que estén en nuestras manos. Vivimos en una sociedad cada vez más
empática y con más avances tecnológicos para poder hacer sentir al otro
que no está solo y que todavía se puede sentir útil. Actualmente
existen servicios de acompañamiento, centros diurnos, redes de acción
comunitaria, como el proyecto radars, programas informáticos,
actividades intergeneracionales, etc. que pueden hacer que la persona
mayor se sienta cuidada, acompañada y con apoyo. Al fin y al cabo la
única manera que tenemos para combatir el sufrimiento es reconocer y
facilitar la expresión para poder encontrar apoyo y comprensión en las
situaciones vividas.
Ariadna Navalón
Psicòloga y terapeuta familiar -
Centro de día Neuro Amunt