La resiliencia es la capacidad para afrontar la
adversidad. Es un proceso dinámico que comprende la adaptación positiva dentro
de un contexto significativamente adverso. Por lo tanto, en el contexto del
cuidado al familiar enfermo, hace referencia a la capacidad del cuidador para
enfrentar los estresores derivados de la situación del cuidado, sin que su
salud física y psicológica se vea gravemente comprometida, ni su funcionamiento
habitual alterado.
Los diferentes estudios realizados hasta el
momento sobre la resiliencia, han evidenciado su interrelación con las
distintas variables relativas a: el contexto y transiciones de la cura y, al
estado del enfermo y los recursos utilizados por el cuidador. El apoyo social
recibido por el cuidador, la valoración que hace de los estresores o las
estrategias de afrontamiento utilizadas, son también factores tradicionalmente
vinculados a su resiliencia. La literatura más reciente concluye que los
aspectos subjetivos relacionados con los recursos internos y su manera de
valorar la situación, son los que realmente determinan la adaptación a las
circunstancias. Además del tipo de relación previa a la asistencia entre el
cuidador y la persona dependiente. La calidad de éste vínculo modifica la relación
entre el estrés experimentado y sus consecuencias en la salud del cuidador,
actuando la percepción de intimidad y de afecto con respecto a al persona como
estrategia de afrontamiento, y repercutiendo por eso, positivamente en la
resiliencia de la persona.
Altas puntuaciones en resiliencia se han asociado
a una elevada satisfacción con aspectos de la personalidad del cuidador, como bajos
niveles de neuroticismo y altos niveles de extraversión, autoeficacia,
autoestima y autocuidado. Por lo tanto, no todos los cuidadores responden de la
misma manera al estrés; las personas resistentes, tienden a utilizar más
estrategias efectivas, siendo las más eficaces las centradas en el propio
problema, y no tanto en la emoción que éste suscita.
Dentro del sufrimiento emocional en el cuidado del
familiar enfermo, se da también un desarrollo personal. Han descrito que,
mayores niveles de duelo pueden predecir mayor sensación de crecimiento
(Leipold et al., 2008). No obstante, en relación a la depresión, Ott et al.
(2007), han descrito que, niveles elevados de sintomatología depresiva
disminuyen los niveles de crecimiento personal. Probablemente porque en el
duelo hay una pérdida anticipada y el cuidador puede ir desarrollando nuevas
cogniciones dirigidas a paliar su malestar, lo que implica un crecimiento
personal, a diferencia del cuadro depresivo, que podría ser el resultado del
fracaso de tal estrategia de defensa.
La investigación en éste ámbito es relevante para
poder entender y potenciar, los mecanismos que actúan como factores de
protección ante situaciones de riesgo. Desde el punto de vista clínico es
interesante para la elaboración de futuros programas de prevención y promoción
para los cuidadores, y para tener más conocimientos sobre cómo se comporta la
resiliencia como factor de protección en situaciones de estrés crónico.
Natalia
Cuenca
Enfermera
y Neuropsicóloga Clínica
C/
Llagostera, 4- Tel. 93 455 86 30
www.centrosamunt.com